Batalla campal en el senado
Adentro asumian los nuevos Senadores y afuera una batalla campal
Dentro del senado asumian los nuevos senadores y en la puerta, ocurria un desmadre con golpes, corridas, robos y escenas de violencia inesperadas, que dejo a militantes, vecinos y familiares en estado de conmocion
8 de Diciembre de 2025
La asunción de los nuevos senadores en la Cámara Alta provincial, un acto que debería haber sido de celebración cívica, terminó convertido en una escena de violencia inesperada que dejó a vecinos, militantes y familias en estado de conmoción. Lo que ocurrió en la esquina de 51 entre 7 y 8 expuso no solo una brutal pelea entre grupos políticos enfrentados, sino también una alarmante ausencia policial en uno de los eventos institucionales más relevantes del año.
Según testigos que hablaron con este medio, los disturbios comenzaron cuando un sector identificado por los presentes como perteneciente al espacio del actual senador Mario Ishii ex intendente de Jose.C.Paz arribó en varios micros y se concentró en las inmediaciones de la Cámara. Los asistentes aseguran que parte de ese grupo se encontraba exaltado, presuntamente bajo efectos de alcohol y otras sustancias, y que comenzaron a hostigar a quienes esperaban saludar a los senadores de La Libertad Avanza tras la ceremonia. Al ritmo de bombos y cánticos, la tensión se volvió insoportable y derivó en una agresión en masa que se desató sin previo aviso.
El primer ataque fue directo y feroz. Las imágenes que serán difundidas muestran a un joven con la boca partida y hematomas visibles en el rostro, que relata cómo fue tirado al piso y pateado por varios agresores al mismo tiempo. Otros presentes describieron escenas similares: golpes a mujeres, empujones a familias que habían llevado a sus hijos para presenciar la jornada democrática, gente tratando de escapar mientras intentaban proteger a los más pequeños. Varios celulares fueron robados en medio del tumulto y quienes intentaron recuperar sus pertenencias terminaron nuevamente golpeados. La sensación general fue que el objetivo era desplazar por completo al grupo de La Libertad Avanza que se encontraba esperando frente al edificio legislativo.
Los presentes afirman que, al comenzar la trifulca, quienes iniciaron los ataques bajaron rápidamente sus banderas para evitar ser identificados, y que actuaron en grupo, superando ampliamente en número a los militantes y vecinos locales. Muchos de los agredidos terminaron retrocediendo varias cuadras para ponerse a resguardo, mientras observaban cómo el clima de violencia se extendía sin freno entre golpes, corridas y gritos de desesperación.
Pero lo que más indignación generó entre los vecinos fue la actitud de las autoridades presentes. En la escena se encontraban varias patrullas municipales, apostadas en la esquina de 7 y 51, sin intervenir en ningún momento pese a ver claramente la gravedad de la situación que se desarrollaba a pocos metros. Los testigos aseguran que, ante los pedidos insistentes de ayuda, los agentes municipales respondían que no podían hacer nada más que llamar a la policía. Sin embargo, la Policía Bonaerense nunca llegó al lugar pese a los repetidos llamados. Los minutos pasaban, la violencia aumentaba y los uniformados permanecían inmóviles, generando una sensación de abandono absoluto entre las personas que estaban siendo atacadas.
Para muchos de los presentes, esa inacción fue tan dolorosa como los golpes recibidos. Obtener una explicación parecía imposible mientras las agresiones continuaban frente a los ojos de todos y sin que ningún organismo del Estado intercediera. La frase que más se repetía entre los vecinos era la misma: “Esto es a propósito”. No podían entender cómo, en un acto oficial, en pleno centro de la ciudad y ante una confrontación de tal magnitud, ninguna fuerza de seguridad respondiera.
La jornada, que debía ser histórica por la asunción de los nuevos representantes legislativos, terminó marcada por la violencia, el miedo y una profunda desilusión. Las familias que se acercaron para participar de un momento democrático volvieron a sus casas con heridas físicas y emocionales, sintiendo que quedaron completamente desprotegidas frente a grupos organizados que actuaron con impunidad total.
Lo ocurrido hoy abre un interrogante inquietante sobre la capacidad de respuesta del Estado y sobre el derecho básico de los ciudadanos a transitar y participar de la vida pública sin temor. La gente que estuvo allí lo resume con una frase que retumba desde la tarde: si en un evento institucional de esta magnitud no hay seguridad, ¿qué queda para el resto de los días?
