Con alma y vida estudiantes grito vencedor y sello un 2025 inolvidable

Estudiantes de La Plata cerró el 2025 como lo marcan su historia y su ADN: ganando, sufriendo y levantando una copa más. En una final cargada de tensión, el Pincha derrotó 2 a 1 a Platense y se quedó con el Trofeo de Campeones, ratificando que este equipo no negocia carácter ni ambición cuando hay un título en juego.

El partido fue áspero, cerrado, con momentos de nervios y pocas concesiones. Durante gran parte del desarrollo, el juego se trabó en la mitad de la cancha y las emociones parecían dosificadas. Platense apostó a su orden y a aprovechar cualquier descuido, mientras Estudiantes intentó imponer jerarquía, aunque sin la claridad necesaria en los metros finales.

El golpe llegó en el segundo tiempo, cuando el Calamar encontró la ventaja y obligó al Pincha a remar desde atrás. Lejos de desmoronarse, Estudiantes respondió como saben hacerlo los equipos con temple: se adueñó de la pelota, empujó con determinación y fue en busca del empate con más orgullo que prolijidad. Allí apareció la experiencia, esa que no se entrena y que suele marcar diferencias en las finales.

Lucas Alario, ingresado desde el banco, fue el nombre propio de la noche. Primero para empatar el partido y luego para sellar la victoria definitiva cuando el reloj apretaba y el cansancio pesaba. Dos apariciones decisivas que cambiaron la historia del partido y desataron el desahogo de un plantel que nunca dejó de creer.

Con este triunfo, Estudiantes cerró un año extraordinario, sumando otro trofeo a sus vitrinas y reafirmando su vigencia en el fútbol argentino. No es casualidad ni racha: es proyecto, es convicción y es una identidad que se sostiene incluso en los momentos más incómodos. Este equipo sabe sufrir, sabe esperar y, sobre todo, sabe ganar.

Para el hincha, esta copa es una confirmación emocional. Estudiantes no promete espectáculo vacío ni discursos grandilocuentes; ofrece entrega, rebeldía y resultados. En tiempos donde muchos se conforman, el Pincha sigue exigiéndose más. Y mientras esa mentalidad siga viva, las estrellas no serán un recuerdo del pasado, sino una consecuencia inevitable del presente.