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Lunes 22 de Diciembre de 2025

Cuando el daño no es un juego

Los adultos son responsables: el bullying ahora se paga con el bolsillo

Mendoza dio un paso que muchos deberian imitar, la provincia aprobo una ley que pone el foco donde mas duele, en la responsabilidad adulta frente al bullying.

21 de Diciembre de 2025

Mendoza dio un paso que incomoda, pero que muchos venían reclamando en silencio. La provincia aprobó una ley que pone el foco donde más duele: en la responsabilidad adulta frente al bullying. A partir de ahora, los padres y tutores deberán responder por los actos de acoso escolar cometidos por sus hijos, con sanciones económicas que pueden superar el millón de pesos y con la obligación de realizar tareas comunitarias o educativas, según la gravedad de cada caso.

Los adultos son responsables: el bullying ahora se paga con el bolsillo
El bullying no termina cuando suena el timbre, se guarda en la cabeza, en el cuerpo y en la forma de mirarse al espejo

La norma no apunta solo al castigo. Busca intervenir antes de que el daño sea irreversible. Establece un abordaje progresivo que comienza en la escuela, continúa con el acompañamiento de equipos interdisciplinarios y, si la situación lo exige, avanza hacia sanciones concretas. La señal es clara: el bullying dejó de ser un “problema entre chicos” para convertirse en una responsabilidad social y familiar.

Durante años, el acoso escolar fue minimizado, relativizado o escondido detrás de frases cómodas. Se naturalizó el hostigamiento, se culpó a las víctimas por no “saber defenderse” y se miró para otro lado mientras miles de chicos y chicas cargaban en silencio con humillaciones diarias. Esta ley rompe con esa lógica y obliga a los adultos a hacerse cargo del mundo que están construyendo.

El mensaje es incómodo porque interpela. No alcanza con exigir respeto en abstracto ni con delegar todo en la escuela. La violencia que se reproduce en las aulas muchas veces se gesta en casa, en discursos naturalizados, en burlas repetidas, en la falta de límites y en la indiferencia. Mendoza eligió no seguir fingiendo que no pasa nada.

La aprobación de esta ley también abre un debate que excede a la provincia. ¿Hasta dónde llega la responsabilidad familiar? ¿Qué sociedad estamos formando cuando el daño emocional parece no tener consecuencias? El bullying no es una travesura ni una etapa: es una forma de violencia que deja marcas profundas.

Porque el acoso sostenido en la infancia y la adolescencia impacta directamente en la construcción psíquica de las personas. Quien es hostigado de manera constante aprende a dudar de sí mismo, a sentirse menos, a habitar el miedo y la vergüenza como estados permanentes. Se deteriora la autoestima, se instala la inseguridad, aparece la ansiedad, la depresión y, en muchos casos, el aislamiento. Las heridas no siempre se ven, pero condicionan vínculos, decisiones y proyectos de vida durante años.

El bullying no termina cuando suena el timbre. Se queda en la cabeza, en el cuerpo, en la forma de mirarse al espejo. Por eso intervenir a tiempo no es exagerar, es cuidar. Responsabilizar a los adultos no es castigar por castigar, es asumir que criar también implica enseñar a no dañar al otro.

 

Mendoza eligió incomodar para proteger. Y en un país acostumbrado a mirar para otro lado, eso ya es una forma de valentía.

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El bullying deja marcas, Mendoza rompe el silencio y responsabiliza a los adultos.
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